sábado, 8 de enero de 2011

FINALIZAMOS EL AÑO CON MAHLER Y ELGAR




Rafael Ponce 7-01-2011

Los dos últimos conciertos del año fueron el del tres de diciembre, donde nos encontramos de nuevo con una obra de Mahler, la Sinfonía nº 9 en re mayor, obra esta que con la Sinfonía nº 10 inconclusa y La Canción de la Tierra forman su trilogía sinfónica última, que muchos llaman “trilogía del adiós” donde Mahler da rienda suelta a sus sentimientos que anuncian una muerte cercana, intensificada por la muerte prematura de su hija primogénita María Anna a la edad de cinco años. En este periodo de tiempo también pierde su cargo de director de la Ópera de la Corte de Viena después de una campaña mal intencionada contra él, por su condición de judío y para colmo de males se le detecta una enfermedad cardiaca que al final terminaría con su vida.
En estas terribles circunstancias nace esta novena sinfonía que algunos críticos han descrito muy acertadamente como “un resignado canto a la muerte”. Compuesta en 1909 en una pequeña localidad al Sur del Tirol donde veraneaba, coincide con el estado de moral más bajo del compositor que ya presiente su cercana muerte a lo que se une una cierta crisis de fe en su religión judía que por intereses había abandonado para abrazar la católica que le brindaba poder seguir en puestos claves de la música austriaca, hecho que al final no le solucionó ningún problema. Todas estas circunstancias se reflejan en esta obra, momentos de intenso decaimiento, momentos de rebelión ante la muerte y finalmente una resignación ante lo inevitable de esta. Me trae al recuerdo un poco la “patética” de Tchaikovsky escrita 16 años antes, la obra se compone de dos movimientos extremos lentos y dos centrales más enérgicos.
La orquesta que esta vez estaba dirigida por el joven Guillermo García Calvo empezó con un primer movimiento irreconocible, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, pero pienso que no yo solo, algunos miembros de la orquesta denotaban en su cara una expresión de incredulidad ante lo que sonaba, no sé qué explicación puede tener esto, pero yo no había visto a la orquesta naufragar de esa manera, los dos siguientes tampoco fueron muy brillantes aunque mejoraban en mucho al del comienzo, todo cambió en el adagio final que fue sublime, una maravilla, pero que para mi gusto solo maquilla un poco el resultado final, el público y la crítica no pareció que lo entendiera así porque las aclamaciones y aplausos fueron largos e intensos y la crítica reconociendo los desajuste del comienzo lo minimizan y se rinden a ese final que como ya he comentado fue buenísimo.
Para mi era la obra cumbre de esta temporada y siempre recelé un poco que se pusiera al frente de la orquesta a un director tan joven, años atrás para las obras de esta entidad y dificultad se traían a directores expertos, sin ir más lejos para la segunda de este autor se contó con Comissiona director por entonces de la OSRTVE que todos habíamos visto un poco antes dirigirla por TV de manera más que satisfactoria, a ver esto es una opinión de aficionado que es lo que pretendo ser, pero desde mi localidad percibo que ante directores de poca trayectoria o de poco nombre la orquesta se relaja, pierde concentración, pienso que si esta obra la dirige por poner un ejemplo cercano Colomer, esto no hubiera ocurrido, tenemos una orquesta de mucha categoría y a esa altura o más tienen que estar sus directores.




El concierto de Navidad este año nos brindaba la obra de Edward Elgar “El sueño de Geroncio”, digamos que la música inglesa tuvo muy poca relevancia después de Henry Purcell que murió en 1695, este largo silencio de más de cien años, lo rompen Hubert Parry (1848-1918) y Charles Stanford (1852-1924), pero a nivel internacional de forma rotunda es Elgar el que mete de nuevo a los británicos en la órbita de la música europea. Nacido en 1857 en Broadheath, católico, era hijo del dueño de una tienda de música, organista, pianista, violinista y afinador de pianos, atmosfera esta que condujeron al estudio de la música y a tocar el violín con solo 16 años en la orquesta de su ciudad y posteriormente a dirigir orquestas. Como compositor a pesar de ser casi autodidacta, tiene marcadas influencias de Brahms, Richard Strauss y Wagner. Las dos obras principales más conocidas de él fuera de Inglaterra son las Variaciones Enigma, compuesta en 1899 y la Marcha de Pompa y Circunstancia esta de 1901, no tan conocidos son los cuatro oratorios que compuso y precisamente entre las dos obras anteriormente citada, compone en 1900 El Sueño de Geroncio su óp. 38, basado en el poema del mismo nombre de Cardenal John Henry Newman, concebida para tenor, mezzosoprano, bajo, un amplio coro mixto y una formación orquestal numerosa, trata de cómo Geroncio nos habla de su muerte y de cómo Jesus le llama a su casa, como siente que su enfermedad reaparece en el momento que se le presenta el demonio, el coro lanza unas plegarias para que Dios acuda a su rescate. En la segunda parte una música dulce nos transporta al cielo, por donde Geroncio viaja acompañado por un ángel en busca de Dios,  le va comentando lo que le espera en adelante, entonces el coro cambia y representa a las fuerzas demoniaca que intentan recolectar almas, sobrecogido con la idea de ver a Dios, se encamina a la estancia donde será juzgado, un final donde el anciano accede a entrar en el purgatorio, donde el ángel temina la obra diciéndole el esperanzador ¿Adiós, mas no para siempre?.
Como viene siendo habitual con Edmon Colomer la orquesta funcionó de maravillas, quedando en un discreto segundo plano y dando más protagonismo al coro que para esta ocasión eran los dos más prestigiosos de la ciudad, el de la Opera y la Carmina Nova y a las voces solistas, la mezo Marisa Martins, el bajo Juan Antonio López y el tenor Justin Lavander, muy sobresalientes la mezzo y el bajo y algo por debajo el tenor, así llegamos a la tradicional entrega del premio a la mejor labor musical de este año, que recayó muy merecidamente en el padre D. Manuel Gámez, fundador de la Coral y Escolanía Santa Maria de la Victoria y finalizamos cantando público y orquesta el acostumbrado Noche de Paz que quizás fuera lo más navideño de este concierto.