domingo, 19 de febrero de 2012

MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN (Richard Strauss)



Rafael Ponce 20-02-2012

Muerte y Transfiguración fue iniciada a finales del verano de 1888 y terminada el 18 de noviembre de 1889. Strauss dirigió su estreno en Eisenach, el 21 de junio de 1890. Durante mucho tiempo se creyó que Muerte y Transfiguración se había inspirado en una grave enfermedad que había sufrido el compositor. Pero esa enfermedad tuvo lugar varios meses después de terminada la obra.
Se me ocurrió la idea de representar en un poema sinfónico la muerte de una persona que había luchado en pos de los más altos ideales, por lo tanto muy posiblemente un artista. El enfermo yace en su cama dormido, respira pesada e irregularmente; sueños agradables ponen una sonrisa en sus rasgos a pesar de su sufrimiento; su sueño se hace más ligero; despierta; nuevamente es asaltado por un dolor terrible, sus miembros tiemblan de fiebre -cuando el ataque retrocede y se reduce el dolor, reflexiona acerca de su vida pasada, ante sus ojos pasan su infancia, su juventud con sus luchas, sus pasiones, y luego, mientras vuelve el dolor, aparece ante él el fruto de su paso, la idea, el Ideal que ha tratado de concretar, de representar en su arte, pero que no ha logrado perfeccionar porque no está en ningún ser humano la posibilidad de perfeccionarlo. Se acerca la hora de la muerte, el alma abandona el cuerpo, para encontrar perfeccionado en su forma más gloriosa, en el cosmos eterno, lo que no pudo cumplir aquí en la tierra. Así explicaba Strauss en una carta esta obra.
La obra exige como es normal en este compositor una plantilla orquestal  grande. Recuerdo que desde que la escuché por primera vez me cautivó, esta música del sufrimiento donde tú vas percibiendo como el enfermo pasa por momentos de calma recordando su juventud, cortados por ataques violentos de dolor donde se retuerce en su agonía, llegando al para mí momento cumbre donde la música marca el momento exacto de la muerte con un golpe de timbal espeluznante que describe de forma insuperable el salto al más allá.
Finaliza indicándonos que las cualidades que están en nosotros desde la infancia perduran hasta el más allá y que el alma transfigurada realiza los objetivos que nunca pueden lograrse durante la existencia terrenal.